El riesgo creciente de incendios en el transporte marítimo: el caso de las baterías de ion de litio.

El riesgo creciente de incendios en el transporte marítimo: el caso de las baterías de ion de litio.

El transporte marítimo representa aproximadamente el 80% del comercio mundial, con millones de toneladas de mercancías moviéndose diariamente por océanos y mares. Sin embargo, con el auge de la electrificación y la demanda creciente de productos electrónicos y vehículos eléctricos, ha surgido un nuevo desafío para la seguridad marítima: el transporte de baterías de ion de litio (BIL).

incendios en el transporte marítimo

Estos componentes, esenciales en la transición energética global, también representan un riesgo considerable por su alta inflamabilidad y potencial de explosión cuando son defectuosos, dañados o mal almacenados.

Este artículo profundiza en los peligros asociados al transporte marítimo de baterías de ion de litio, casos recientes de incendios a bordo de grandes embarcaciones, los vacíos regulatorios, y las iniciativas emergentes para mejorar la seguridad de este tipo de cargamento.

Casos emblemáticos de incendios a bordo

Uno de los incidentes más recordados ocurrió en febrero de 2022 con el carguero Felicity Ace, que transportaba más de 4.000 vehículos, incluidos modelos eléctricos. El buque se incendió en el Atlántico, quedó a la deriva durante días y finalmente se hundió, provocando una pérdida económica superior a los 400 millones de dólares. Si bien la causa exacta del incendio nunca se determinó, se sospecha fuertemente que las baterías de ion de litio de los vehículos eléctricos contribuyeron significativamente al fuego.

Meses después, otro incidente volvió a poner en alerta a la industria. En diciembre de 2022, el Genius Star XI, con cerca de 2.000 toneladas de baterías de ion de litio a bordo, sufrió un incendio en una de sus bodegas mientras navegaba frente a la costa de Alaska. A pesar de los esfuerzos por contener las llamas, se descubrió un segundo foco de incendio días después. Afortunadamente, no hubo víctimas, pero la amenaza persistió por semanas.

Otros casos como el incendio del buque S-Trust en Luisiana (noviembre 2022) o de la barcaza CMT Y Not 6 en Nueva Jersey (mayo 2022), alimentan una preocupante estadística: más de 200 incendios reportados en embarcaciones marinas en la última década, y 64 pérdidas totales, según datos internacionales. La mayoría de estos eventos tienen como causa directa o probable la presencia de baterías de ion de litio defectuosas o mal manipuladas. Encuentra el artículo original en el siguiente enlace: Click Aquí.

¿Qué hace a las baterías de ion de litio tan peligrosas?

Las BIL, aunque eficientes y compactas, pueden volverse altamente inestables ante ciertas condiciones. El fenómeno más temido es la fuga térmica, una reacción en cadena incontrolable en la que la batería se sobrecalienta, libera gases inflamables, y eventualmente explota o se incendia. Las fugas térmicas pueden ser provocadas por golpes, sobrecargas, defectos de fabricación o exposición prolongada a altas temperaturas.

En un entorno marítimo, donde el acceso al fuego puede ser limitado y la ayuda tarda en llegar, un pequeño incidente puede escalar rápidamente en una tragedia. La dificultad de combatir este tipo de incendios radica en que las BIL pueden reencenderse incluso después de haber sido aparentemente extinguidas, lo que requiere medidas de contención especiales y grandes cantidades de agua, con el riesgo adicional de desestabilizar la embarcación.

Vacíos regulatorios y desafíos del cumplimiento

Pese a que existen normativas como el Código Marítimo Internacional de Mercancías Peligrosas (IMDG) y las regulaciones del Convenio SOLAS, los operadores de embarcaciones coinciden en que la legislación actual no aborda de forma suficiente los riesgos específicos asociados con las baterías de ion de litio. La rapidez del desarrollo tecnológico supera la velocidad con que se actualizan las normativas.

Actualmente, el IMDG permite estibar baterías bajo o sobre cubierta, clasificándolas en su mayoría como estiba tipo A. No obstante, muchos operadores están optando por transportar exclusivamente las BIL sobre cubierta para facilitar su monitoreo y combate en caso de incendio. Esta medida, aunque más segura, no está exenta de complicaciones como la exposición directa al sol, lo que puede elevar las temperaturas y desencadenar problemas de estabilidad térmica en las baterías.

Además, el manejo de baterías usadas, defectuosas o para reciclaje implica un riesgo aún mayor, ya que muchas veces su estado de integridad no puede verificarse completamente antes del embarque. La clasificación ONU 3480 y 3481 establece requisitos específicos para el transporte de estas baterías, pero su cumplimiento riguroso no siempre se garantiza.

Respuestas de la industria y nuevas iniciativas

La creciente preocupación ha movilizado a entidades regulatorias y técnicas. La Fundación de Investigación de Protección contra Incendios (FPRF), junto con organismos internacionales como los Institutos de Investigación de Suecia (RISE), están llevando a cabo estudios sobre los riesgos y comportamientos de las BIL durante el transporte marítimo. El Comité Asesor Nacional de Seguridad en el Transporte de Productos Químicos (NCTSAC) también ha formado un subcomité para formular recomendaciones sobre seguridad al Secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., con resultados esperados en 2025.

Las navieras, por su parte, están adoptando medidas más allá de lo requerido: instalación de monitores contra incendios en cubierta, cámaras térmicas, y sistemas de supresión con agua nebulizada. Si bien estas tecnologías no están diseñadas específicamente para baterías, representan una mejora importante frente a los sistemas tradicionales de CO2, cuya eficacia contra fuegos con BIL es limitada.

Mirando al futuro: soluciones en construcción

Se espera que, para 2030, la cantidad de baterías retiradas del mercado alcance los 138 GWh, el equivalente a 1,5 millones de vehículos eléctricos. El desafío no es solo transportar baterías nuevas con seguridad, sino también manejar el creciente volumen de BIL recicladas o dañadas que requieren normas de control más estrictas.

Una respuesta alentadora es la actualización del Código IMDG, que a partir de 2026 designará como estiba tipo D (solo sobre cubierta) a las baterías de ion de litio instaladas en unidades de transporte de carga. Esta disposición busca alinear las prácticas reales del sector con los marcos regulatorios, avanzando hacia un transporte marítimo más seguro y responsable.

Conclusión

La proliferación del uso de baterías de ion de litio es una consecuencia directa del avance tecnológico y de la transición energética global. Sin embargo, su transporte presenta desafíos únicos y potencialmente catastróficos para el sector marítimo. Si bien existen avances en tecnología y regulación, aún queda mucho por hacer para cerrar las brechas de seguridad.

La colaboración entre organismos públicos, empresas navieras, fabricantes de baterías y entidades reguladoras será clave para prevenir nuevas tragedias en alta mar. El equilibrio entre innovación y seguridad será determinante para garantizar que el futuro del transporte marítimo, impulsado por nuevas formas de energía, no sea también fuente de nuevos peligros.

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